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¿Qué ha pasado con los movimientos estudiantiles en medio de la crisis financiera de la UdeA?
Estefanía Salazar Niño / estefania.salazar2@udea.edu.co
19 de diciembre de 2024
En 2018 la Universidad de Antioquia se declaró en paro y el movimiento estudiantil organizó marchas masivas; en 2024, en plena crisis financiera, los estudiantes apenas empiezan a retomar la fuerza del movimiento estudiantil.
Foto: Coordinadora Multiestamentaria.
El 8 de octubre del 2024 en la plazoleta Barrientos, de la Universidad de Antioquia, la Coordinadora Multiestamentaria realizó un “pupitrazo” esperando a los estudiantes para hablar de las políticas de austeridad. Allí, frente a varias sillas vacías, Esteban Cuadros, líder estudiantil, habló de los efectos de la crisis financiera y dijo que, de acuerdo con el informe de la Mesa Ético-Política, durante este año hubo una reducción de 250 mil horas cátedra en todas las unidades académicas.
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Además, de acuerdo con el informe de Austeridad de la Comisión de Asuntos Administrativos y Financieros (CAAF) en los últimos seis meses 90 personas del área de aseo y vigilancia fueron despedidas y quienes quedan han visto incrementada su carga laboral. Asimismo, el presupuesto destinado a la investigación y al bienestar universitario ha disminuido y como manera de obtener nuevas fuentes de ingreso, la Universidad ha empezado a vender algunos predios que le pertenecen en Barbosa, Villa Hermosa (Medellín), Santo Domingo y Apartadó.
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En este escenario, los estudiantes organizados en la Coordinadora Multiestamentaria y en las Oficinas Estudiantiles se organizaron durante 2024 hasta terminar el año decidiendo el paro como mecanismo de presión y aunque la participación y la movilización va creciendo, parece ser más baja en comparación con años anteriores.
Foto: Estefanía Salazar Niño
Cambios generacionales
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Mildrey Juliana Marín Valencia, estudiante de Filología Hispánica y líder de la Mesa de Estudio de Violencias Basadas en Género (VBG), cuenta que la participación en las asambleas ha aumentado. La que se realizó el 6 de noviembre contó con una participación equiparable a la coyuntura por VBG en septiembre de 2022, cuando no quedaban sillas vacías en el teatro Camilo Torres. Aún así, muchas de las asambleas de este año se han visto marcadas por la ausencia y todavía quedan las dudas sobre cómo convocar a los y las estudiantes.
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Así mismo, Mildrey señala que ha sido difícil: “cómo convocar a la gente, cómo llamar a esa empatía por las cosas que son públicas y que nos duelen”. Ella cuenta que esa falta de empatía se evidencia en la poca participación en las asambleas del mes de octubre. En conjunto con la Mesa de Estudios Basadas en Género han buscado maneras para atraer a más estudiantes a estos espacios, como la recaudación de fondos para imprimir volantes y recorridos por las aulas o “saloneos”, sin embargo, todavía enfrentan el desafío de encontrar una forma de atraer a más personas a estas iniciativas.
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Foto: Estefanía Salazar Niño
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​Mateo Mejía Molina es estudiante de Trabajo Social. Cuando ingresó en 2017 hizo parte del Consejo de Estudiantes de la Facultad de Educación y durante su trayectoria también se integró a la oficina estudiantil. Mateo insiste en que no hay movimiento estudiantil, sino expresiones históricas del movimiento, donde la comunidad universitaria implementó una estrategia que fomentaba y permitía la expresión de diversas formas artísticas, más allá de la simple acción directa. El también cuenta que lo que definió al movimiento estudiantil en 2018 fue que, pese a las dificultades, se mantuvo firme en su lucha.
Esta iniciativa promovió una mayor organización y participación en ese momento ya que cuando los estudiantes llegaban a los espacios sabían que el objetivo principal era participar en actividades como pintar telas o bailar y si se organizaba una fiesta era evidente que su origen estaba vinculado a una causa de lucha.
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En el artículo Colombia, un nuevo país latinoamericano en Paro General: elementos para su comprensión, el sociólogo Julian Granda identifica las principales transformaciones estudiantiles en los últimos 13 años. Él, además, hizo parte de la MANE Mesa Amplia Nacional de Estudiantes (MANE), que estuvo activa entre 2011 y 2012 y que nació como respuesta a la propuesta de reforma a la ley 30 del gobierno Santos.
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Granda observa que se está produciendo un relevo generacional en el que los nuevos estudiantes universitarios participan en disputas influenciadas por las redes sociales y cada vez menos en confrontaciones presenciales.
Por su parte, Mildrey plantea que, aunque las redes sociales son útiles para llegar a muchas personas, no siempre logran movilizar a los estudiantes de forma presencial. Señala que, a pesar de las reacciones en línea, pocos se involucran activamente en las actividades, como lo evidenció en el paro entre mayo y agosto por la emergencia de VBG y en las discusiones sobre la desfinanciación de la Universidad.
Además, Julián dice que en el 2022, con la llegada de un nuevo gobierno de izquierda, se generaron expectativas que, con el tiempo, han provocado frustración en la comunidad estudiantil. Esto ha contribuido a un desinterés en la participación.
Felipe Peña, líder estudiantil de la Facultad de Educación, también considera que uno de los mayores desafíos es acercar a la comunidad estudiantil. Él advierte que entre 2021 y 2024 las organizaciones estudiantiles no han implementado estrategias de integración. En su opinión, el problema no radica en la falta de movilización, sino en las prácticas organizacionales que no logran atraer a un mayor número de estudiantes y hacen “que solo 10 personas se enteren de los problemas de raíz”.
Felipe dice que es importante seguir exigiendo al Gobierno nacional respuestas concretas;y señala que la discusión actual sobre la reforma de los artículos 86 y 87 de la Ley 30 es importante porque estos hablan sobre la financiación de las Instituciones de Educación Superior y menciona que estos artículos son “un problema que ha afectado a la calidad de la educación durante los últimos 30 años”.
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Foto: Estefanía Salazar Niño
Felipe explica que las movilizaciones estudiantiles han cambiado significativamente. Antes, la organización de una protesta implicaba varios días de preparación con la distribución de volantes impresos. Hoy, basta con publicar una imagen en redes sociales, lo que facilita el acceso a la información.
Sin embargo, Peña dice que la sobreabundancia de información, visible en los pasillos de la universidad ha generado desinterés entre los estudiantes. Además, explica que el ritmo acelerado de la vida contemporánea no permite que muchos estudiantes tengan tiempo de salir a la protesta masiva por objetivos de largo plazo, tales como lograr un cambio en la estructura universitaria.
Cambios en la gobernanza universitaria
Felipe, quien hace parte del Movimiento estudiantil Convite popular (MCP), menciona que lo que buscan es cambiar la manera en que se gobierna la Universidad y proponen una reforma basada en el modelo desarrollado por la MANE, que buscaba un cambio en la gobernanza universitaria. La idea es avanzar hacia un modelo más participativo que representativo donde los estudiantes, tanto de universidades públicas como privadas, tengan una voz más activa en las decisiones que afectan la educación superior.
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Felipe dice que el estilo de administración que ha sostenido John Jairo Arboleda como rector de la UdeA (actualmente en su tercer periodo) ha agravado la crisis universitaria. Además, la Ley 30 ha contribuido al deterioro financiero, ya que desde su implementación la universidad ha dejado de recibir una importante cantidad de recursos. Por ejemplo, de acuerdo con el informe financiero del 2023 de la Universidad de Antioquia, los aportes de los gobiernos nacional y departamental al presupuesto fue del 47,1%.
El 20 de mayo de 2024, varios profesores no recibieron su salario el día que debía llegar, lo que provocó que se declararan en asamblea permanente, con la intención de impulsar una transformación en la universidad. Sin embargo, figuras estudiantiles como Mildrey, Mateo, Esteban y Felipe coinciden en que los profesores se encontrarán un movimiento estudiantil distinto al de 2018 y mencionan que el movimiento está en una fase de reorganización y que, tal vez, no cuenta con las condiciones necesarias para enfrentar la actual crisis de la UdeA.